El papa Francisco visitó una comunidad pobre en las afueras de la Ciudad del Vaticano, donde compartió con varios sudamericanos que viven allí.
El pontífice, quien suele romper el protocolo y tomar giros inesperados, entró de sorpresa en este barrio pobre, causando admiración entre sus pobladores, que se aglomeraron en torno a él.
Mayormente sudamericanos, los habitantes se emocionaron con la llegada del Papa, quien estrechó las manos de todos.
Les preguntó "¿cuántos hablan castellano" y ante la respuesta afirmativa y multitudinaria, rezó un Padre Nuestro con ellos.
La comunidad queda a unos 10 kilómetros del Vaticano y sus habitantes son mayoritariamente ecuatorianos.
Antes de despedirse, el Papa les pidió que rezaran por él, lo mismo que a un grupo de italianos, minoría en este -ya no tan olvidado- rincón de su propia ciudad.