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Los primeros meses con tu recién nacido deben ser mágicos, llenos de alegría y sueños para el futuro de tu bebé y tu familia. Para mí así lo fue con mi primer bebé, pero con mi segundo embarazo no me pude imaginar una experiencia tan diferente. En vez de sentir alegría sentía ansiedad, y en vez de sueños tenía pesadillas. ¿Cómo puede ser que en vez de sentir alegría sentía tristeza y ansiedad en lo que se supone que debe ser la etapa más feliz de mi vida? Mi familia empezó a notar cambios en mí, notaron que no era yo misma, que siempre parecía estar triste y sin interés en lo que pasaba a mi alrededor. Yo les decía que estaba bien, solo cansada y agobiada por el cuidado de los niños y con un poco de descanso estaría bien. Pero pasaron días y semanas, y fui cayendo bajo una nube más oscura y más pesada de ansiedad y depresión. Hasta que mi esposo me urgió que hablara con mi médico porque no podía seguir así, siempre llorando, siempre triste. Yo misma no lo podía negar o hacer más pretextos, algo no estaba bien. 

Cuando por fin fui a ver a mi doctor y le conté lo que estaba pasando, me diagnosticó depresión posparto. Cuando me explicó que le puede pasar a algunas mujeres, y que con tratamiento estaría mejor, sentí alivio, porque hasta cierto punto llegué a pensar que yo había hecho algo para merecer o provocar mis sentimientos. Que yo, por alguna razón, había tenido la culpa. Y aún con esta información, no podía imaginar que me sentiría mejor porque me sentía tan hundida. Tenía que salir adelante por mis bebés y por mi familia. Tener la paciencia para llevar a cabo un tratamiento en donde tu mejoría se siente más lenta y en un período de tiempo menos definido, fue un reto en sí mismo. 

Cuando miro atrás,  las memorias de esos días están marcadas con una tristeza y un tinte gris. Y aunque ahora estoy bien y disfrutando del sube y baja que es ser mamá, nunca se me olvidará que no pude dar lo mejor de mí a mis hijos y mi familia en esos días de depresión y ansiedad. Compartir este aspecto de la maternidad no es fácil porque debe ser una de las etapas más felices de tu vida como mujer. Y también porque las cuestiones de salud mental suelen ser tratadas como temas tabú, que no se discuten o se discuten en un contexto negativo. Pero si como mamá sientes que algo no está bien, que te sigue una nube, no guardes silencio y pide ayuda. No permitas que la depresión posparto te robe tus momentos de felicidad o que ensombrezca tus memorias. 

Para recibir ayuda gratuita de manera inmediata y confidencial, visita postpartum.net/ayuda o llama al 1.800.944.4773 (se habla español). 

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