Fantasma de la división partidaria sobrevuela convenciones

Tanto demócratas como republicanos enfrentan serios desafíos en el tramo final de primarias

Mientras el Partido Republicano asiste a una fuerte división interna tras la aplastante victoria de Donald Trump en las urnas, los demócratas viven una situación similar, pero a la inversa, con un partido unido en torno a Hillary Clinton, pero un electorado dividido que también defiende a Bernie Sanders.

El magnate inmobiliario, quien ha quebrado todo pronóstico, se ha hecho con la virtual nominación de su partido con indiscutibles victorias a lo largo y ancho del país, una candidatura que consolidó después de ganar por un amplio margen hace dos semanas en Indiana, provocando la salida de sus dos últimos rivales, el senador por Texas Ted Cruz y el gobernador por Ohio, John Kasich.

NEW YORK, NY - JUNE 7: Democratic presidential candidate Hillary Clinton arrives onstage during a primary night rally at the Duggal Greenhouse in the Brooklyn Navy Yard, June 7, 2016 in the Brooklyn borough of New York City. Clinton has secured enough delegates and commitments from superdelegates to become the Democratic Party's presumptive presidential nominee. She will become the first woman in U.S. history to secure the presidential nomination of one of the country's two major political parties. (Photo by Drew Angerer/Getty Images)
La precandidata presidencial demócrata Hillary Clinton es amante del picante y se lo añade a todo cuanto come.
Conoció a Martin Luther King Jr. cuando ella tenía 14 años. Logró escuchar un discurso y darle la mano.
No sabe cantar y su hija Chelsea, cuando era pequeña, hasta le pedía que no le cantara de lo mal que lo hacía.
Bill Clinton le propuso matrimonio dos veces. El sí llegó en el segundo intento.
Se casaron en 1975.
Mientras su esposo es bautista, ella es metodista.
Dice que lo que más le atrajo de él era que él no sentía miedo de ella.
Clinton fue, por primera vez, la primera dama con posgrado que alcanzó después un cargo de elección popular.
Como Secretaria de Estado, visitó 112 países y voló 956,773 millas.
Su hija Chelsea nació en 1980.
Cuando era niña, organizó un grupo jóvenes niñeras para cuidar a los hijos de inmigrantes mexicanos mientras estos trabajaban.
Tras casarse con Clinton, intentó unirse a la Infantería de Marina y fue rechazada por ser muy vieja, tener defectos de visión y ser mujer.
Se relaja del trabajo leyendo novelas de misterio.
Fue primera dama y senadora del estado en paralelo por 20 días en enero de 2001.
Cuando era niña le escribió a la NASA porque quería ser astronauta. Ellos respondieron que no tomaban mujeres.
Pero también soñaba con jugar béisbol y ser periodista.
El chocolate es su mayor debilidad.
Ha dado clases en la Facultad de Leyes de la Universidad de Arkansas.
Su padre era republicana y su madre era demócrata.
Según Biography.com alguna vez fue republicana, pero cambió de partido en 1968.
Le encantan Los Beatles y Adele.
Ganó un Grammy en 1997 por el mejor álbum narrado, la versión en audio de su libro “it takes a village”.
Su primer trabajo fue como abogada para una organización sin fines de lucro prodefensa de los niños.
Comparte con su marido Bill la afición por dar largas caminatas junto a sus perros.
Practica yoga.

No obstante, pese a ser el ganador incontestable entre los votantes republicanos, movilizando al electorado conservador como no se había visto en décadas, el problema de Trump está dentro del partido al que representa, donde encuentra grandes escollos entre la vieja guardia republicana.

Pese a que el presidente del Comité Nacional Republicano (RNC, en inglés), Reince Priebus, y el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, se apresuraron a erigirse junto al magnate, grandes pesos pesados del aparato del partido como los expresidentes Bush, padre e hijo, o el propio excandidato a la Casa Blanca en 2012, Mitt Romney, se han negado a hacerlo.

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Asimismo, y aunque ya ha habido entre ambos una primera toma de contacto, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, aún se resiste a hacer oficial su apoyo al magnate, algo que ocurre también entre otros muchos legisladores que temen perder su escaño en el Congreso si se ponen del lado de Trump.

Algo paradójicamente opuesto ocurre con el Partido Demócrata, donde la exsecretaria de Estado cuenta con el respaldo incondicional de sus correligionarios, pero sigue batallando en las primarias con el senador por Vermont, quien continúa granjeándose victorias como la de esta semana en Oregon, que legitiman su candidatura.

Aunque los números no están a favor de Sanders y la nominación parece asegurada para Clinton gracias a los llamados "superdelegados", representantes demócratas que pueden dar su apoyo al candidato que ellos consideren en la convención de julio, el senador no ceja en su empeño de continuar en campaña, aupado por sus seguidores.

De hecho, Clinton ha ganado 1,768 delegados a través del voto popular, mientras que el senador se ha hecho con 1,494, unas cifras que reflejadas en el mapa se resuelven con casi un empate técnico en el número de estados que han caído de lado de uno y otro candidato en lo que llevamos de campaña.

Donald Trump y Hillary Clinton.
Las expresiones en un rostro revelan mucho acerca de la persona. Y nada más cierto que esta verdad universal, que lo que se aprecia en los precandidatos presidenciales, quienes parecen estar cada día más presentes en nuestras vidas con sus mensajes, debates y posturas. Esta vez nos detenemos un momento en las expresiones que de alguna manera parecen caracterizar a cada uno de los contendientes. Como Bernie Sanders.
El precandidato demócrata ha ganado fama como un contendiente de rostro serio, hasta con dosis de gruñón, cosa que hasta él mismo bromea.
Al inicio de la campaña electoral, pocas eran las veces que se lo veía sonreír a Sanders. Con el paso de las semanas, el precandidato se ha mostrado más relajado, tanto que hasta participó en el programa de comedia 'Saturday Night Live' que emite la cadena hermana NBC.
Siguiendo con los demócratas, está Hillary Clinton, quien parece destacarse por su contagiosa carcajada, que se refleja en todo su rostro.
Sea durante una entrevista o en un discurso, la exsecretaria de Estado no tiene problemas en largar esa carcajada.
Sus carcajadas han sido parte de casi toda su carrera política.
Por el lado de los precandidatos republicanos, tenemos a Ted Cruz, quien en sus expresiones deja traslucir su imagen de sureño, más precisamente texano, aunque nació en Alberta, Canada.
Las expresiones de Cruz giran alrededor de las de un hombre que lleva tiempo en el Congreso: serio y hasta adusto. Aunque a veces le da rienda suelta a sus carcajadas.
Otra imagen de Cruz, el precandidato que llama a Texas como su hogar.
Marco Rubio es el precandidato más joven del lote. Y su rostro lo refleja.
No pocos observadores aseguran que siempre parece jovial y sonriente, aunque también se pone serio cuando la situación lo amerita.
Rubio, cuando habla de temas serios,
El caso de John Kasich, el gobernador de Ohio, corresponde al hombre campechano o folclórico, como él mismo se ha caracterizado.
Sus expresiones reflejan al hombre que habla en un tono no coloquial, sencillo y hasta popular.
Hasta los periodistas bromean con el precandidato sobre su actitud campechana, que se ve reflejada en sus expresiones.
Donald Trump no escatima gestos ni expresiones en estas campañas electorales.
El también magnate parece intercalar expresiones tan rápido como canta un gallo.
Trump, en una de sus expresiones.
Si bien Ben Carson acaba de anunciar su retiro de la campaña electoral, no podemos olvidar su mirada, como en esta foto reciente.

La persistencia de Sanders de continuar en carrera, pese a tener casi imposible a la nominación, ha elevado la preocupación de los líderes demócratas, quienes temen que una prolongada batalla entre ambos desgaste a Clinton en su lucha final con el multimillonario.

Y es que el senador que se autoproclama socialista democrático y ha llamado a "la revolución política", ha atraído la atención del electorado más joven y de un segmento demográfico al que la exsecretaria de Estado no ha sido capaz de ilusionar.

La polarización y la división sobrevuelan pues en este periodo electoral estadounidense, un momento en el que parece que el deseo de los ciudadanos y el de los partidos políticos tienen por destino no cruzarse.

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