Grabar video, ¿delito o derecho?

“¡Manténganse detrás de las barricadas!”

Eran los gritos que recibíamos de agentes federales sumamente armados del departamento de inmigración y naturalización la madrugada del 22 de abril del 2000. También nos confrontaban con amenazas de arresto y golpizas si se nos ocurría movernos. Inmediatamente, el gas lacrimógeno lanzado directamente a nosotros nos arropó, y vi a mis colegas caer, uno por uno, al suelo como moscas fumigadas con DDT.

Éramos periodistas haciendo nuestro trabajo. Periodistas de muchas partes del mundo que coincidimos en Miami, Florida, para cubrir la posible extracción del niño cubano Elián Gonzalez de la casa de familiares, con el fin de entregarlo a su padre en Cuba. La captura violenta de este niño de 9 años de edad por más de 130 soldados del gobierno de Clinton y con la bendición de la entonces Fiscal General del país, Janet Reno, ocurrió esa fresca mañana.

Esta fue mi primera experiencia donde fui atacado y amenazado por aquellos que alguna vez juraron protegerme y proteger la constitución de Estados Unidos. La misma constitución que contiene la primera enmienda que me da libertad a mí y a todos los que aquí vivimos y que difunden información u opiniones, de expresarnos sin la interferencia, restricción, o persecución por parte del gobierno.

Lamentablemente, el mundo es una vez más testigo de periodistas que son arrestados y amenazados mientras hacen su labor por policías. Esta vez, en Ferguson, Misuri. Foto cortesía de WFOR

Aunque es muy fácil para mí sentir emociones de rabia y frustración por estos hechos que veo en la televisión y web, tengo que preguntarme si estos policías están cumpliendo con su deber de proteger al público, o si están simplemente obstruyendo la labor de mis colegas con el propósito de que ciertas imágenes no se difundan.

La realidad que muestra uno de los videos difundido en las redes sociales es de oficiales ordenando a un reportero del Washington Post a que pare su grabación. Poco después lo arrestan. Según el mismo, le golpearon la cabeza contra una maquina de sodas antes de esposarlo.

En otra imagen se aprecia claramente como un equipo de la cadena Al-Jazeera es atacado directamente por bombas lacrimógenas y se ven forzados a abandonar - en el lugar público en donde trabajaban - su equipo de grabación. De seguido, uniformados llegan hasta el lugar, y les apagan sus luces y apuntan la cámara de televisión hacia el césped.

Me pregunto, ¿cuál fue el propósito de hacer esto? ¿Amenazaban ellos la seguridad de otros? Al parecer, estos periodistas no interferían con nadie y su única arma era la cámara y el micrófono que ahora yacían en el suelo, incapaces de transmitir al mundo las imágenes y sonidos de las acciones brutales de las autoridades y las demostraciones que allí ocurrían; derrumbadas por los que velan por nuestros derechos y protegen la constitución.

Hace 14 años, Elián González y su madre salieron de Cuba huyéndole a los abusos del gobierno de la bella isla y buscando libertades que nunca encontraron. Ella murió en la travesía y él regresó al régimen Castrista.

Quizás muchos de nosotros tampoco las hemos encontrado o quizás sí, pero parcialmente y cuando conviene. Y es que viendo estos reportes e imágenes no sé si son de acá - del primer mundo- o de algún lugar en La Habana.

Yo por el momento no me pienso quedar “detrás de las barricadas”, y decido expresarme y defender la libertad de expresión que me ofrece la primera enmienda del país donde resido, y de la cual todos debemos gozar a plenitud en la democracia más famosa del planeta. ¿Y tú?

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