DENVER - Un hombre de Colorado fue sentenciado el martes a 60 años de prisión por iniciar un incendio en una casa que mató a cinco miembros de una extensa familia senegalesa. Se trata de un crimen que, según los amigos y familiares de las víctimas, ha cambiado para siempre sus vidas y su comunidad, tanto en Estados Unidos como en la nación de África occidental.
Kevin Bui, ahora de 20 años, fue el último de los tres adolescentes acusados del incendio del 5 de agosto de 2020 en ser sentenciado después de declararse culpable de cargos reducidos en un acuerdo de declaración de culpabilidad. Las autoridades dicen que Bui, quien recientemente había sido asaltado mientras intentaba comprar un arma, pensó erróneamente que había rastreado su iPhone robado hasta la casa y planeó cuidadosamente su represalia. Pero no se aseguró de estar apuntando al ladrón real.
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En cambio, durmiendo dentro de la casa en medio de la noche estaban miembros de tres familias inmigrantes que trabajaban para ayudar a sus seres queridos en su país de origen y no tenían nada que ver con el robo. Los propietarios de la casa lograron escapar, pero todos los miembros de las dos familias que les alquilaban murieron: Djibril Diol, de 29 años; su esposa, Adja Diol, de 23 años; y su hija de 22 meses, Khadija, así como la hermana de Djibril, Hassan Diol, de 25 años, y su hija de 7 meses, Hawa.
Hamady Diol, el padre de Djibril y Hassan Diol, habló durante la audiencia de sentencia por teléfono desde Senegal sobre cómo necesita pastillas para dormir después de perder a cinco miembros de su familia.
"Soy una persona muerta que aún no está enterrada", dijo en pulaar a través de un traductor.
Los cuerpos fueron encontrados en el primer piso de la casa, cerca de la puerta principal, aparentemente luego de que las víctimas trataran de escapar de las llamas. Uno de los propietarios que escapó escuchó a Djibril Diol gritar a los demás que salieran de la casa. Era un ingeniero que estaba trabajando en una gran reconstrucción de la Interestatal 70 en Denver y era muy querido por ayudar a sus compañeros inmigrantes.
Adja Diol y su cuñada, Hassan Diol, trabajaron en turnos opuestos en Amazon para poder cuidar a los hijos de cada una y seguir enviando apoyo a sus familias en Senegal. Soñaban con ir a la escuela para convertirse en enfermeras.
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En el momento del incendio, el marido de Hassan Diol, Amadou Beye, se encontraba en Senegal esperando una visa para reunirse con su esposa y conocer a su bebé, que nació en Estados Unidos.
En el tribunal, Beye calificó a Bui de "gran terrorista" que no merecía comer, dormir ni hablar con su familia mientras está en prisión. Beye, a quien se le concedió permiso para mudarse a Estados Unidos después del incendio, dijo que intenta evitar estar solo cuando no está trabajando para evitar pensar en su pérdida. Indicó que lleva un collar con el nombre de Dios como recordatorio de que no debe hacerse daño.
"No podemos ser normales por tu culpa", dijo, volviéndose hacia Bui, a pesar de que la jueza Karen L. Brody le instó a dirigirse a ella.
Bui, que escuchó mientras estaba sentado con sus abogados, no pareció mostrar ninguna reacción hacia Beye ni los demás oradores durante la audiencia.
Cuando pudo hablar, Bui expresó que fue un "tonto ignorante" en el momento del incendio. Dijo que no podía imaginar cómo sería que le arrebataran a sus familiares y recitó los nombres de todas las víctimas.
Pero rechazó la idea de que era un monstruo o un terrorista y en lugar de eso expresó: "Mi corazón late igual que el tuyo".
"No tengo excusas ni a nadie a quien culpar excepto a mí mismo", aseguró.
Una de las abogadas de Bui, Rachel Lanzen, le dijo a la jueza que la participación de su cliente en el fuego no era característica de un joven educado y respetuoso, criado por inmigrantes trabajadores de Vietnam. Indicó que Bui no provocó el incendio y culpó al más joven del grupo de tres amigos acusados en el caso. La policía lo cuestionó, diciendo que Bui confesó haberlo iniciado él mismo y se quemó en el proceso.
Bui, quien según los fiscales era el cabecilla del plan, dijo a los investigadores que le habían robado su teléfono, dinero y zapatos mientras intentaba comprar un arma antes de decidir iniciar el fuego, según testimonios anteriores. Por esa época, había estado ayudando a su hermana mayor, Tanya Bui, a entregar drogas, según documentos de la corte federal. La empresa de la hermana fue descubierta accidentalmente cuando la policía registró la casa de su familia en los suburbios de Denver como parte de la investigación del incendio.
La fiscal adjunta del distrito, Courtney Johnston, enfatizó el carácter vengativo del plan de Bui y aseguró que no se trataba sólo de recuperar su teléfono. Pareciendo saber lo que estaba en juego, Bui envió un mensaje a uno de sus amigos unos días antes del incendio hablando de la posibilidad de arruinar su futuro al quemar la casa, señaló.
Después de ser arrestado, sólo expresó arrepentimiento por haber apuntado a las personas equivocadas, no por haber provocado el incendio, expresó Johnston.
"Estaba tratando de vengarse de la persona que pensó que había tomado su teléfono y no le importaba a quién más se llevara", dijo.
En mayo, después de un esfuerzo fallido por cuestionar pruebas clave del caso, Bui se declaró culpable de dos cargos de asesinato en segundo grado. Los fiscales retiraron otros 60 cargos que Bui había enfrentado, incluido asesinato en primer grado, y recomendaron que el joven recibiera una sentencia de 60 años.
Los familiares apoyaron a regañadientes el acuerdo, considerándolo la mejor manera de resolver el largo caso penal.
El año pasado, Dillon Siebert, que tenía 14 años en el momento del incendio, fue sentenciado a tres años de detención juvenil y siete en un programa penitenciario estatal para reclusos jóvenes. En marzo, Gavin Seymour, de 19 años, fue sentenciado a 40 años de prisión luego de declararse culpable de un cargo de asesinato en segundo grado.
Un video de vigilancia captó a tres sospechosos con máscaras completas y sudaderas oscuras con capucha fuera de la casa justo antes de que comenzara el incendio, pero la investigación se prolongó durante meses sin otras pistas. En medio del temor de que el incendio hubiera sido un crimen de odio, algunos inmigrantes senegaleses instalaron cámaras de seguridad en sus casas por si ellos también eran atacados. El hijo del dueño de la casa, que estaba trabajando en su primer turno nocturno en un 7-Eleven cuando se produjo el incendio, también estaba bajo sospecha hasta que Bui y sus amigos fueron identificados y arrestados.
La policía no creía que la casa, escondida entre muchas otras similares en una calle de una densa subdivisión, hubiera sido elegida al azar. Probaron una estrategia nueva y controvertida: pedirle a Google que revelara qué direcciones IP habían buscado la dirección de la casa dentro de los 15 días anteriores al incendio. Cinco de ellas estaban en Colorado, y la policía obtuvo los nombres de esas personas a través de otra orden de registro, identificando finalmente a Bui, Seymour y Siebert como sospechosos.
En octubre, la Corte Suprema de Colorado confirmó la búsqueda del historial de palabras clave de los usuarios de Google.
Los críticos calificaron este enfoque como una redada digital que amenaza con socavar la privacidad de las personas y sus protecciones constitucionales contra búsquedas e incautaciones irrazonables. El tribunal advirtió que no estaba haciendo una "proclamación amplia" sobre la constitucionalidad de tales órdenes de registro y enfatizó que se pronunciaba sobre los hechos de este caso únicamente.