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Dos gigantes nucleares agitan el rugido de guerra tras disparos en la frontera

India y China se acusan mutuamente de las incursiones armadas.

Telemundo

SRINAGAR, India — Tres meses después del peor incidente militar en décadas, las tensiones a lo largo de la región fronteriza que se disputan China y la India no solo no amainan sino que están empeorando.

Los dos gigantes asiáticos se acusan mutuamente de haber enviado soldados del otro lado de la frontera y haber hecho disparos por primera vez en 45 años, generando temores de un conflicto militar en gran escala entre dos naciones con armas nucleares.

Los enfrentamientos comenzaron a principios de mayo y fueron escalando hasta el 15 de junio, en que una pelea a puñetazos, bastonazos y piedrazos dejó 20 soldados indios muertos. Se cree que China también sufrió bajas, pero no ha informado al respecto.

China y la India tienen disputas territoriales desde la época de la colonia británica.

Tres años después de la independencia de la India en 1947 y un año después de que los comunistas tomasen el poder en China, el nuevo gobierno de Beijing repudió tratados que dice firmó bajo coerción.

Beijing endureció su reclamo territorial bajo el gobierno de Xi Jinping, el líder más fuerte que tiene China en décadas y quien juró no ceder un centímetro de su territorio.

Al menos 3 personas murieron y 60 resultaron heridas en la madrugada de este miércoles durante unos disturbios que se desencadenaron en la ciudad sureña de Bangalore, a raíz de una publicación en la red social Facebook, crítica con el islam, por parte de un familiar de un político local.

En la década de 1950 China empezó a construir una carretera de importancia estratégica en el altiplano de Aksai Chin, una zona deshabitada, para conectar las agitadas regiones de Tibet y Xinjiang.

La India se opuso y sostuvo que Aksai Chin era parte de Ladakh, territorio del antiguo principado de Cachemira, hoy dividido entre India y Pakistán.

Las relaciones se agriaron más todavía cuando la India permitió al líder espiritual del Tibet, el Dalai Lama, establecer un gobierno en el exilio en Dharmsala, al norte de la India, tras escaparse de su patria en 1959 tras un fallido alzamiento contra los chinos.

Los estallidos iluminaron la noche cerca de la frontera entre Corea del Norte y China.

Las diferencias desembocaron en una guerra de un mes en 1962. Hubo nuevos combates en 1967 y 1975, con más muertos en ambos bandos. Desde entonces adoptaron protocolos, incluido un acuerdo comprometiéndose a no usar las armas. Pero esos protocolos fueron violados en los enfrentamientos de este año.

China, por otro lado, está estrechando relaciones con Pakistán, eterno rival de la India, y apoyando sus reclamos en Cachemira.

La Línea de Control Real es un trazado que separa los territorios indios y chinos desde Ladakh en el oeste hasta Arunachal Pradesh, estado oriental de la India que los chinos reclaman en su totalidad.

Según fuentes policiales citadas por el diario South China Morning Post, el hombre, de 24 años, compró un billete tan solo dos horas después de apuñalar al agente que estaba llevando a cabo una detención.

Según la india, esta línea que constituye una frontera de facto tiene 2,167 millas. China dice que es mucho más corta. Separa las zonas donde cada país ejerce un control físico, no los territorios que reclaman.

China reclama unas 35,000 millas cuadradas del nordeste de la India, incluida Arunachal Pradesh, cuya población es mayormente budista.

La India, por su parte, dice que China ocupa 15,000 millas cuadradas de territorios que le pertenecen en el altiplano de Aksai Chin, que los indios consideran parte de Ladakh, donde tuvieron lugar los últimos incidentes.

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A pesar de más de tres docenas de rondas de conversaciones a lo largo de los años y de numerosos encuentros entre el primer ministro indio Narendra Modi y Xi Jinping, por ahora no existe la menor posibilidad de un acuerdo.

Desde la guerra de 1962, las economías de ambas naciones crecieron mucho, sobre todo la china, que tiene un gran superávit comercial con su vecino.

La creciente rivalidad económica se suma a las diferencias territoriales y geoestratégicas. India trata de capitalizar los crecientes costos laborales en China y el deterioro de sus relaciones con Estados Unidos y Europa para ser una nueva base de producción industrial extranjera.

A los indios les preocupa la Iniciativa de Cinturón y Carretera china, que incluye la construcción de una ruta que cruza Cachemira en el marco de un monumental proyecto de infraestructura al que la India se opone vehementemente.

La creciente alianza de la India con Estados Unidos, por otro lado, no cae nada bien en Beijing.

Los temores indios de una expansión territorial china se ven acentuados por la creciente presencia de la armada china en el océano Indico y los esfuerzos de Beijing por reforzar sus lazos no solo con Pakistán sino también con Sri Lanka y Nepal.

En un esfuerzo por lograr una paridad estratégica con China, la India ha estado mejorando su infraestructura militar a lo largo de la Línea de Control Real.

China, en tanto, ha construido carreteras e instalado unidades en la región de Doklam, que ambas se disputan, y en las últimas semanas ha hecho maniobras que incluyeron el lanzamiento de paracaidistas y emplazado bombarderos estratégicos en el Tibet.

La India agravó las cosas cuando declaró unilateralmente a Ladakh un territorio federal y lo separó de Cachemira en agosto del año pasado, poniendo fin a su status semiautónomo.

Poco después, algunos legisladores indios empezaron a promover la toma de zonas controladas por China.

Las tensiones persisten a pesar de numerosos contactos. Los dos países están gobernados por figuras muy nacionalistas y los reclamos territoriales tienen hoy mucha más importancia que en el pasado.

Se cree que la política china es incorporar territorios de a poco.

Mientras los soldados chinos permanecen en lo que la India describe como su territorio en Ladakh, la India ocupó al menos un pico montañoso la semana pasada, tras lo cual Beijing reclamó a Nueva Delhi que abandonase el área.

Expertos dicen que si no se frenan las hostilidades, puede haber una guerra.

“Si la diplomacia falla, mandan las armas. Esta es la culminación natural de lo que venimos viendo desde hace cuatro meses”, afirmó el teniente general D.S. Hooda, quien fue jefe de Comando Norte de las fuerzas armadas indias entre el 2014 y el 2016. “Hay una rápida escalada y se perderá el control si no se llega a un acuerdo”.

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